"Transbordador de carga a la Estación Espacial, crucial para Europa"


"La misión Leo Cargo Return Service, con la que estamos desarrollando un servicio europeo de transporte hacia y desde la Estación Espacial Internacional (ISS), debe lanzarse absolutamente a mediados de 2029", afirma la astronauta de la ESA Samantha Cristoforetti en una entrevista con Il Sole 24 Ore en Roma, a la que también asistió Daniel Neuenschwander, Director de Exploración Humana y Robótica de la Agencia Espacial Europea (ESA).
Cristoforetti participó en dos misiones a la EEI, Futura en 2014 y Minerva en 2022, y es la primera europea en ser comandante y completar una actividad extravehicular (EVA) en el espacio exterior. Su ejemplo ha motivado a muchas jóvenes a presentarse al proceso de selección final para astronautas europeos en 2022.
Nos acercamos a la Reunión Ministerial de los días 26 y 27 de noviembre en Bremen, Alemania, donde los ministros de espacio de los estados miembros de la ESA decidirán el plan para los próximos tres años. Se habla mucho de financiación, porque en definitiva es el motor, pero, sobre todo, decidirán qué rumbo debe tomar Europa en la carrera espacial . Actualmente, se considera que Europa está rezagada con respecto a otros actores globales, pero tiene un gran potencial gracias a sus grandes empresas nacionales y a numerosas empresas emergentes innovadoras.
Respecto a la misión del Servicio de Retorno de Carga Leo, ya aprobada en la anterior reunión ministerial de 2022, Cristoforetti es muy firme y precisa en que es fundamental por un punto que considera vital: "garantizar a Europa una capacidad de transporte autónoma en órbita baja".
La fecha es clave: mediados de 2029, dado que la EEI será desmantelada en 2030 y terminará sumergida en el punto “Nemo”, en medio del océano entre Chile y Nueva Zelanda.
«Utilizar la EEI como banco de pruebas es crucial para nosotros, para demostrar que nuestra nave de carga funciona a la perfección. Queremos ir allí porque conocemos bien el entorno; ya hemos estado allí. Es un paso fundamental», subraya Cristoforetti, añadiendo que Thales Alenia Space y la startup europea The Exploration Company están trabajando actualmente en el proyecto, con un contrato inicial. El modelo de financiación también es nuevo para la ESA: inversores privados participarán con un 40 %. «El objetivo principal es estar preparados para la era posterior a la EEI. Creemos que habrá un ecosistema de órbita baja con diversas plataformas a las que acceder y dar mantenimiento antes de regresar a la Tierra».
El servicio de devolución de carga de Leo Cargo es sin duda un reto ambicioso, especialmente con 2029 a la vuelta de la esquina, pero también es esencial para garantizar que Europa pueda mantener su soberanía en el acceso al espacio, un punto que ambos entrevistados reiteran varias veces.
Incluso la elección del cohete que transportará el Leo Cargo Return a órbita queda a criterio de la empresa que gane la licitación, asegura el director Neuenschwander, siempre que no haya recargo. «Para la magnitud de este proyecto, necesitamos un lanzador de la clase Ariane 6», el lanzador más grande de Europa, aunque también podría ser otro proveedor, lo cual también es una novedad. En resumen, se trata de un proyecto experimental que se desmarca de la política regional de retorno de carga.
El posicionamiento de Europa
Actualmente, Europa se encuentra a la vanguardia de la observación de la Tierra con programas como Copernicus, o en geoposicionamiento con Galileo, ambos financiados directamente por la Comisión Europea, pero "es crucial que demos el siguiente paso hoy mismo. La exploración espacial se realizará con o sin Europa, y cada vez más, por razones que incluyen, pero no se limitan a, las económicas".
También se habló de una visión estratégica europea para la exploración espacial, y la Agencia Espacial Europea (ESA) se alinea, en este ámbito, en tres pilares: la órbita terrestre baja, los programas lunares, el desarrollo de un módulo de aterrizaje europeo y el regreso a Marte, con la segunda fase del programa Exomars, paralizado durante años debido a la guerra ruso-ucraniana. Este programa demuestra lo difícil que puede resultar recuperar la autonomía tecnológica necesaria para misiones de exploración tan complejas e importantes.
"La exploración espacial tiene sentido si y cuando alcancemos un cierto nivel de capacidad que nos permita proponer y abordar nuevos desafíos", concluye Cristoforetti, reiterando implícitamente que nos encontramos en un punto de inflexión, mientras que Neuenschwander recalca la idea con una ingeniosa comparación: "Necesitamos sentarnos a la mesa de la economía espacial y no ser el plato del menú".
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